13 may 2009

cardumen escondido

Oigo una puerta que se abre
y nadie tras de ella
y nadie que la abra
con la mano o las rodillas.

Oigo un silencioso toc-toc
tras de la puerta
y nadie tras de ella:
ni dedos ni manos
ni ojos.

¿Y quién llama a esta puerta
si no hay manos ni miradas,
ni hay rodillas
ni hay ojos,
o tal vez algún insecto de antenas?

¿No será el viento el que firme
con su mano temblorosa
la paternidad de los cangrejos?

El umbral de aquella puerta
se mueve de repente.
Al revés está el cardumen
que se esconde entre las sábanas.

izquierda zurda mano izquierda

Se agitan las proclamas
en la marcha de los zurdos,
hombres de mano izquierda,
de izquierdo accionar en el camino,
de izquierda zurda, mano izquierda.

Se apoyan en la mano del vecino
para levantar la sábana bandera.
Mujeres y hombres y mujeres,
olla en mano, leña y kerosene,
kerosene Camisea o Como-sea.

Se agitan y avanzan gritando
la canción del elegido,
danza del vientre pelado por adentro,
hueco de éteres tangibles,
de éteres.

La marcha se destruye en el ventrículo derecho,
se destruye y el izquierdo no coopera.
Las vénulas se abrazan en el centro del respiro.
Otra marcha de humos nos ataca.
Nos golpea, nos pica, nos rascamos.

La arena en las espaldas ruboriza.
Las manos izquierdas no descansan.
 

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